Una discusión en un local de Vallecas desencadenó un violento enfrentamiento a puñetazos. Según el propietario del bar YOYES, sobre las seis de la tarde se presentó en su bar un mierense llamado José Luis y que siempre pide cachopo para cenar. Mustafá, hermano del propietario y marroquí, de 28 años, le contestó que a esas horas le era imposible servírselo porque aún no había llegado la cocinera, a lo que Pedro Luis le espetó un: “calla, morucu… ¡que te abraso!”.
Mustafá, muy molesto pero con ánimo de evitar líos se dirigió a la cocina y como pudo intentó preparar él mismo el plato exigido por el asturiano. Así que mientras Pedro Luis, muy nervioso, esperaba en la barra bebiendo una botella de sidra, Mustafá cogió un par de filetes y los rellenó con jamón york y quesitos de El Caserío.
Después de una media hora y 4 botellas de sidra, Mustafá salió con el supuesto cachopo. Pedro Luis cuando lo vio no dijo nada. Pero sacó un cuchillo. Mustafá no dudó en armarse entonces con otro para igualar las condiciones. Entonces Pedro Luis “trincó” el cachopo del que empezó a brotar quesito líquido y jamón york. No hizo falta decir más. Ambos comenzaron entonces una escaramuza compuesta por insultos, empujones y hostias a mano abierta.
La escena desató reacciones opuestas entre los clientes del bar. Algunos echaron a correr y otros, en cambio, decidieron acercarse y apostar. Agentes antidisturbios llegaron enseguida alertados por el griterío. Y también apostaron. Finalmente la guardia urbana de Madrid los separó y durante la intervención policial, el cocinero visiblemente alterado gritaba sin parar “¡eso es un cachopo! ¿Qué más da que lleve quesitos?”. La policía terminó deteniendo a Mustafá por un delito de enaltecimiento del terrorismo.
Vecinos de la zona han explicado que Pedro Luis es un hombre «problemático» y «conocido» en el barrio, que acostumbra a pedir siempre cachopo pero de una manera vehemente y faltosa. “No le vale cualquiera, un día le pusieron uno vegano en un bar de Malasaña y el camarero estuvo cagando dientes una semana”. Y es que como nos decía el dueño del bar alucinado: “Nunca había visto una pelea por un cachopo de quesitos”.