Diario de un catalán: Verano en Asturias.

(Traducido del catalán).

Querida ANGELS: Te escribo con la intención de que algún día puedas perdonarme. Sabes que he venido a la tierra de mi bisabuelo, Asturias, porque anhelaba conocerla. No creas que tuvo algo que ver las palizas que me dabas o aguantar que tu madre durmiera con nosotros. Eso no influyó. De verdad.

Pero una vez vista la región voy a serte sincero: ESTO no es para mí, no puedo permanecer en una tierra en donde la gente se empeña en pagar continuamente. ¡Pagar, Angels! Eso va contra natura, por lo que decidí marcharme. Me puse en contacto con los hijos de PUJOL en Andorra y dijeron que me acogían sin problemas. Ya sabes que ellos viven allí ahora por unos problemillas con la justicia. Nada, un pequeño malentendido de miles de millones, menudencias.

Así que me dirigí hasta el túnel del NEGRÓN con la intención de huir. Fue una hora de viaje en la que me llovió, nevó, granizó, hizo sol y al final se quedó nublado con un poco de “orbayu”. Orbayu es como llaman los asturianos a cuando llueve. Cuando diluvia y los catalanes nos quedamos en casa temblando, a eso ellos le dicen “Son 4 gotas”. Y bailen, beben y sacrifiquen GALLEGOS. O eso me contaron.

Ya casi estaba fuera del Negrón, Angels. Casi. Al fondo el sol, el calor… ¡la vida! Pero de repente algo bloqueó la salida. Eran “4 paisanos de MIERES”, según se presentaron. Y con una especie de remolque para ganado, en donde me metieron. Allí dentro estaban también los 3 andaluces de la despedida de soltero de la otra vez. Según nos dijeron: “¡como nos íbamos a ir de Asturias ahora que era verano!”. El que era el líder gritó: “tatomuguapoho”. Que según nos tradujeron significa: “Asturias merece mucho la pena en esta época del año”. Luego dijo “¡folixasgayaredios!”. Eso parece que quiere decir: “en verano hay muchas fiestas en la región”. Así nos lo tradujeron, Angels. No me invento nada.

Y entonces comenzó el horror. Una escalada de fiestas, desmadre, comida y alcohol que paso a narrarte. Primero fuimos a un lugar que se llamaba EL CARMÍN, en una tal Polla de Siero. Mucha sidra y gente a millares en un campo. Perdón, “prau”. Y digo “prau” porque a uno de los andaluces se le ocurrió decir “quillo, echtamo en un campo”. O al menos esas son las palabras inscritas en su tumba de Zahara de los Atunes. Y es que uno de los de Mieres le dio tal collejón en la nuca que sus ojos saltaron de las cuencas batiendo el record establecido por RUTH BEITIA. Murió en el acto. Votaba al PP. No siento pena por él.

Después, y todavía estando el cuerpo del andaluz caliente, se empeñaron en saltar unas hogueras de fuego pero yo me negué. Les hice ver que eso eran tradiciones suyas a las que no yo estaba obligado como catalán y que de ninguna manera me iban a convencer. Un andaluz me apoyó. Luego murió. De otra colleja. Mira, Angels… ¡si me ves entonces saltar las hogueras! ¡Como un canguro, Angels! Tuvieron que pararme cerca de LLANES. Al menos gracias a eso perdieron el interés en mí. Porque cuando desperté seguía vivo. Y rodeado de miles de cajas de sidra, asturianos borrachos y 17 globos que una RUMANA me había vendido mientras dormía.

Y casi sin descanso nos fuimos al SELLA. Esto es un rio que va de un pueblo a otro y dónde se reúnen medio millón de personas para bajarlo en canoa. Pero realmente solo lo descienden cuatro y el resto mira. Mira, bebe, come, baila, canta, bebe, intentan mantener relaciones sexuales… ¿te he dicho que beben?

Sin embargo los de Mieres se empeñaron en que el andaluz que seguía vivo y yo lo bajáramos. Pero en una MADREÑA. Decían que en una canoa lo hace cualquiera. Así que empezamos a descender. En la madreña. Y lo hubiéramos conseguido, Angels… lo hubiéramos conseguido. Lo hubiéramos conseguido de no ser porque el andaluz con los nervios se pensó que el remo era una guitarra y se puso a tocar canciones de LOS CHICHOS. Ahí volcamos y el agua inundó mi cuerpo. Y fui feliz, Angels. Fui feliz porque al fin iba a ser INDEPENDIENTE. De España, de ti, de la bruja de tu madre… pero de repente, y desgraciadamente, volví a la vida.

Volví a la vida porque los asturianos me reanimaron con una serie de maniobras de salvamento que hicieron que expulsara el agua de mis pulmones. El andaluz no tuvo tanta suerte, expulsó el agua y los dos pulmones, además de sufrir varios politraumatismos en las costillas. “Pero nun se afogó, hostia”, dijo el de Mieres que le había realizado la brutal maniobra de salvamento. Y es que sus manos eran ensaimadas, Angels.

Se acerca el final. Después de enterrar al andaluz en una maceta me llevaron a algo llamado EL XIRINGÜELU. ¿Qué que es el xinringuelu? Pues lo mismo que las otras fiestas. Comer, bailar, cantar, beber, comer, follar… sí, he dicho follar, Angels. Ya no podía más. Esto se había convertido en un bucle demoniaco de maldad y lujuria que no podía parar. Así que jugué mi última baza, la astucia. Los catalanes somos astutos, Angels. Acuérdate cuando pactamos con Aznar y tuvo que hablar catalán en la intimidad. Así que les propuse un JUEGO. Un juego de astucia.

Ya que yo participaba en todas sus fiestas y tradiciones, les dije que ellos tenían que hacer lo mismo. Participar en una tradición catalana fuertemente arraigada. Quid pro quo. No podía fallar, Angels. Por eso les propuse hacer un “CASTELLER”. Si, la torre humana esa a la que tu madre se subió una vez animada por mí. Y sabes que cayó porque tiene mal la cadera. Yo no la empujé como ella se empeña en afirmar.

Pues ahí estaba yo retándoles a hacer el casteller. Evidentemente, ellos sin destreza ni tradición alguna no se atreverían a intentar semejante hazaña. Habría que estar loco, ser muy osado, estar borracho… lo hicieron, Angels. ¡Lo hicieron! Empezaron a trepar el uno por el otro, caían, se estrellaban, reían, se levantaban y volvían a subir. Aprendían sobre la marcha, se adaptaban al medio. Son auténticos depredadores, Angels. Máquinas de guerra. Uno de ellos cayó de cara y no se movía… ¡estaba muerto, Angels! ¡Muerto! Juro que estaba muerto. Pero entonces le dieron a oler queso cabrales y se levantó como un ZOMBI. Aún recuerdo sus palabras: “vafostióngallu”. Y esbozó una risa malévola.

Te escribo estas letras porque ahora dicen que me toca jugar a mí a algo que se llama ESCONDERITE. Tengo que taparme los ojos, ellos se esconden y si los encuentro me calzan una hostia. No recuerdo que se jugara así en Barcelona, pero da igual. Lo prefiero a seguir comiendo, bebiendo y corriendo de fiesta en fiesta. Porque quedan 30 días para que se acabe el verano y según ellos “aún falten 183 FOLIXES que recorrer”. Y no aguanto más, Angels. No aguanto más. ¡Mira, ahí hay uno! Te dejo que me va caer un hostión…

De tu amado Jordi.

(¿Continuará?)

Compartir