GRUPO DE ANTIBUGRINOS BOICOTEA UNA MARISCADA EN QUINTUELES

Quintueles (Villaviciosa), 16:15 de la tarde, Carlos Feliz Magriñá llegaba a su domicilio procedente del puerto de El Musel. El joven, natural de Gijón, acababa de adquirir 15 kilos de bugre en una cetarea de confianza. El caprichoso clima asturiano acompañaba, el producto era de la máxima calidad y los niveles de ácido úrico estaban en su sitio. Todo parecía idílico para que la orgía de marisco fuera perfecta. Carlos, con la mayor de la ilusiones, se disponía a celebrar su bugrada anual en compañía de sus mejores amigos. Pero de la manera más tonta, la cena estaba a punto de torcerse.

Inconsciente de lo que sucedería horas después, y buscando un puñado de likes, Carlos subía una foto de los imponenetes crustáceos a su perfil de Facebook. Una instantánea que, desgraciadamente para él, convertiría su celebración en una auténtica pesadilla. En cuestión de minutos, la foto corría como la pólvora entre perfiles y páginas de asociaciones de antibugrinos. Y apenas dos horas después, más de 200 personas se presentaban en el domicilio particular de la mariscada con intención de boicotear el evento.

Pancartas, megáfonos, gritos e insultos, invadieron el domicilio del joven gijones ante el estupor y el pánico de sus invitados. Varios de los activistas, desnudos y con antenas pegadas a la cabeza, se revolcaban por el suelo de la finca en una rocambolesca performance mientras gritaban:

«¡¡¡NOSOTROS BUGRINOS, NOSOTROS DECIDIMOS!!!»

Finalmente, tras algunos empujones, varias palabras malsonantes y unas cajas de sidra, la sangre no llegaba al río. «Gallofi», uno de los activistas, chupaba por error la boca de un bugre durante un forcejeo. Y a continuación, sorprendentemente, prodecía a disolver la manifestación expulsando al resto de sus compañeros.

Desde este medio, se trató de contactar con «Gallofi» para conocer las razones de su radical cambio de postura. Pero tras varios intentos, no se obtuvo contestación alguna. Únicamente averiguamos que hoy no se encuentra en su domicilio, sino ingresado en el Hospital de Cabueñes con un repentino ataque de gota.

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