Como cada viernes, Leandro Vigón Taboada, vecino de Pola de Siero de 29 años, llegaba a Villalpando pasadas las 20:30 de la tarde. El joven, tenía una imperiosa necesidad de ir al baño y saboreaba ya su clásico pincho de tortilla. Pero al entrar en la estación, Leandro no pudo comer nada. Aunque orinar sí que se orinó encima… del terrorífico susto que se llevó.
Dos aviones F-22 Raptor, 5 Hummers de asalto por tierra y un equipo de más de 50 SEALs de las fuerzas especiales de EEUU, sorprendían al asturiano para detenerlo por delito electrónico y provocar un conflicto internacional.
Al parecer, la conexión WIFI del Alsa en el que viajaba tuvo la culpa del incidente. Cuando inició su trayecto, el joven trató de conectarse a la red desde su dispositivo móvil. Pero, como de costumbre, por muchas veces que intentaba meter la clave en su smartphone, Leandro no lograba acceder al la red del autobús.
Según explicaba posteriormente James Comey, jefe de seguridad del FBI, los intentos del joven fueron tantos y con tantas claves diferentes, que encontraron una grieta de seguridad en un avión espía que sobrevolaba la zona.
El incidente, que ocurrió solo un mes después de la visita de Obama a España, a punto estuvo de provocar serios problemas con la primera potencia mundial. Pero el presidente del grupo ALSA, Jorge Cosmen, y el ministro del interior, Jorge Fernandez Díaz, parecen haber convencido a la Casa Blanca con sus sentidas y numerosas disculpas.
Por el momento, ni el FBI ni el grupo ALSA han querido responder a las numerosas llamadas de este medio. El joven Leandro, el más afectado de todos los protagonistas del incidente, ni siquiera usa ya el teléfono móvil, y ha dejado su prometedor trabajo de Madrid por una vida más tranquila y analógica en la cuadra que su familia tiene en Valdesoto (Siero).