Los ANTUÑA se encontraban de vacaciones en GIRONA cuando se vieron envueltos en un grave incidente diplomático. Esta conocida familia de Cangas decidió comprarse un ESPETEC en el Alcampo de la localidad catalana y nada más pagarlo en caja, el marido (MARCELINO) cogió el embutido como si fuera un espárrago y lo ingirió EN MENOS DE 24 SEGUNDOS. “Mira, antes de tragalu ya me ta saliendo por el culo, jojojo!”, dijo Marcelino.
Su mujer (ADELA) reía las gracias de su marido, cuando de repente la cajera que les había cobrado empezó a temblar y se desmayó. Los clientes que había en el supermercado rodearon a la familia asturiana con muy malas formas y al grito de“¡Asesinos!”, intentando agredir a los Antuña. Marcelino, raudo, sacó una barra de pan y golpeó a uno de los agresores provocándole heridas mortales.
Los MOSSOS DE SQUADRA tuvieran que actuar de inmediato ante la indignación y desconcierto de la población gerundense, que seguía intentando linchar al matrimonio asturiano. Según ellos, comerse un espetec en menos de 24 horas ES DELITO EN LA REGIÓN. Marcelino gritaba poseído: “garraime, que los mato” y antes de marchar atizó con la barra a otro de los violentos, que ahora vende cupón en Las Ramblas.
Una vez puestos a salvo y más tranquilos, los Antuña nos daba su opinión. Según Adela: “¿Cómo que un espetec dura-ios 24 horas? ¡Eso no ye humano!”. Marcelino era de la misma opinión: “Si pillen el chorizón esi los mis fios, Hay que paralos a hosties en pechu”. Adela apostillaba: “¡La escena de La dama y el vagabundo tenemosla hecho el mi Marce y yo con un espetec! ¿Y a ellos dura-ios un día 7 en casa? !No ye humano!”.
Pero el incidente lejos de terminar parece que aún puede colear largo tiempo. La Generalitat ha elevado una queja formal al gobierno central por lo que ellos consideran un desprecio al pueblo catalán. El Principado ha estado rápido y ya se ha disculpado por el “altercado”. De momento cientos de cachopos han salido dirección Cataluña como medida de gracia, con la que Asturias espera calmar los ánimos de los catalanes. Viendo la lentitud con la que comen un espetec, los cachopos tienen que darles al menos para tres generaciones venideras.