Ayer, el corazón de un gigante se paraba, al tiempo el nuestro se rompía. Enrique Castro Quini, “el Brujo”, fallecía de un infarto a los 68 años de edad. Y en las últimas horas, se cuentan por miles las muestras de cariño, afecto y dolor, que produce la pérdida del mítico exjugador asturiano. Todos, incluso las estrellas más mediáticas del momento, tienen unas palabras cálidas para él y todos los que le queríamos:
Cristiano Ronaldo. El crack del Real Madrid se despedía del asturiano con estas palabras:
“Quini era un portento, ¡fue 7 veces “pichici” de la Liga! Era el delantero más deseado de su época, pero jamás tuvo que quitarse la camiseta, conducir un Lamborghini o salir con una supermodelo.”
Leo Messi. El delantero centro del Barsa, considerado por muchos el mejor jugador del mundo, también tenía palabras de afecto para “el Brujo”.
“Realmente Quini era un tipo increíble. Fue el máximo goleador del FC Barcelona, querido tanto en las calles como en su club y en la selección. Y todo, sin necesidad de llevar el pelo y la barba a lo hipster, hacerse un tatuaje o tener el menor problema con Hacienda.”
Neymar. El astro brasileño del París Saint Germain, el fichaje más caro de la historia hasta la fecha, también se pronunciaba en las últimas horas. Y además, aprovechaba la ocasión para hacer una promesa.
“¡Era muy grande! Si Quini fue capaz de sufrir un secuestro y perdonar a los que le mantuvieron 25 días retenido, yo puedo dejar de fingir que me rompen las piernas cada vez que me rozan en el área rival. Prometido.”
Real Sporting, Real Oviedo y toda Asturias. Por su parte, los dos grandes equipos asturianos lloran hoy, más hermanados que nunca, la pérdida de La Leyenda. Porque cuando se es tan grande como lo fue Quini, la camiseta de un solo equipo te queda pequeña. Muy pequeña. Porque ni el Sporting, ni el Barsa, ni la selección española, son suficientes para describir a un PAISANO, como él. Un paisano como quedan pocos en el mundo, y mucho menos en el fútbol moderno. Y es que Quini, es como la sidra, como la risa, como la pura magia: patrimonio de Asturias, de España y de toda la humanidad. Gracias por tanto… ¡hasta siempre Brujo!