Jonathan Zapico Quirós, jugador de fútbol de 28 años del Valdesoto, fue intervenido en el HUCA el pasado jueves por una lesión en su rodilla izquierda. El equipo de cirugía, tras consultar con el joven y sus familiares, optó por un tratamiento experimental con células madre. Y horas después de la intervención, tal como el mismo paciente relataba, comenzó a sentir una sensación extraña:
«Aquello fue más raro que ver a un moro comiendo lacón. El mismu día pola noche, al ir a coger el móvil pa conectame al Tindel, encontrelu a la primera. La verdá que fue un aliviu, porque mi madre había bajao a cenar a la cafetería del HUCA y ya pensaba yo que no iba a conectame hasta que volviera ella».
Pero este episodio sólo fue el principio de una serie de anomalías en la conducta del joven Jonathan. Que ya de vuelta en el domicilio familiar, advirtió que encontraba sin problemas su ropa, las llaves del coche e incluso, y eso desató todas las alarmas, un billete de cinco euros que había guardado dentro de unas New Balance en el último Carmín de la Pola.
«¡Cuando vimos aquello salimos disparaos otra vez pa les urgencies del HUCA!»
Nos cuenta, visiblemente angustiada, su madre Conchita.
«Los médicos dijeronos q eren efectos secundarios. Que no había nada que hacer, y que los papeles que firmamos poníen eso y más coses en la letra pequeña.»
Jonathan, y especialmente sus padres, están aprendiendo a asimilar estos drásticos cambios de comportamiento. Al principio resultó muy duro para toda la familia. Porque el joven, llevaba una vida muy tranquila en casa, ni estudiaba, ni trabajaba, ni tenía intención de hacerlo. Lo único que lo motivaba a salir del hogar familiar, era salir de fiesta con los amigos o jugar al fútbol de vez en cuando. Pero ahora, tras la operación, ya no es el mismo, lo encuentra todo, y no solo las cosas. Encontró trabajo, encontró una buena moza, y hasta un piso donde vivir con ella.
“También encontró un libru de cocina y ahora haz unes fabes con almejes pa chupase los deos”
Nos dice Conchita, con una media sonrisa en la cara. Sabe que será duro, pero cree que poco a poco, podrá acostumbrase a su nuevo hijo. A todo, menos a lo que le hace cuando la pilla revolviendo cosas en su antigua habitación, y le grita con fuerza desde la puerta:
“Ah mama… ¡¿ayúdote yo?!”